¿De qué manera afrontamos los hechos que de un
modo u otro nos afectan en nuestro día a día? Tendemos a decir que tenemos
“buena suerte” cuando los hechos que nos afectan “recaen de nuestro
lado”. Me refiero cuando algo pasa como nos hubiese gustado que pasase, o
incluso ha sucedido de mejor manera de la que esperábamos. Hay personas a las
que parece que todo les sale como desean, o al menos lo intentan aparentar. Por
otro lado, otros están empeñados en que todo les sale mal, que la buena suerte
no está de su lado y que pocas cosas positivas les pasa en su día a día.
Pues bien, según la terapia cognitiva, una cosa
son los hechos y otra la reacción que tenemos ante ellos. Un mismo hecho puede
ser entendido de forma positiva para un grupo de individuos mientras que al
mismo tiempo puede ser percibido como una desgracia para otras personas.
Un querido amigo me contaba por teléfono hace unos días como vivía desde la distancia la repentina muerte de un familiar. Si ya es difícil controlar esos momentos cuando se está rodeado de la familia, no me puedo llegar a imaginar como se debe sentir a tantos kilómetros de distancia. Por consiguiente, le dedico esta historia con la que me tropecé no hace mucho a través de internet y de la que muy bien se puede sacar provecho.
Una adolescente se quejaba muy a menudo sobre su propia vida y lo costoso que era para ella seguir adelante. Ya estaba cansada de luchar "contra viento y marea" para poder avanzar. Cuando lograba encontrarle la solución a uno de sus problemas, enseguida se encontraba con otro.
Su padre, que era hortelano, la llevó a la cocina de su cabaña. Una vez allí, llenó tres ollas de agua y las colocó sobre fuego fuerte. Cuando el agua comenzó a hervir, colocó de forma separada algunas zanahorias, unos cuatros huevos y un puñado de granos de café en cada una de las ollas. A los veinte minutos, el padre apagó el fuego. Sacó primero las zanahorias y las puso en un plato hondo. Lo mismo hizo con los huevos. Por último, coló el café.
Un querido amigo me contaba por teléfono hace unos días como vivía desde la distancia la repentina muerte de un familiar. Si ya es difícil controlar esos momentos cuando se está rodeado de la familia, no me puedo llegar a imaginar como se debe sentir a tantos kilómetros de distancia. Por consiguiente, le dedico esta historia con la que me tropecé no hace mucho a través de internet y de la que muy bien se puede sacar provecho.
Una adolescente se quejaba muy a menudo sobre su propia vida y lo costoso que era para ella seguir adelante. Ya estaba cansada de luchar "contra viento y marea" para poder avanzar. Cuando lograba encontrarle la solución a uno de sus problemas, enseguida se encontraba con otro.
Su padre, que era hortelano, la llevó a la cocina de su cabaña. Una vez allí, llenó tres ollas de agua y las colocó sobre fuego fuerte. Cuando el agua comenzó a hervir, colocó de forma separada algunas zanahorias, unos cuatros huevos y un puñado de granos de café en cada una de las ollas. A los veinte minutos, el padre apagó el fuego. Sacó primero las zanahorias y las puso en un plato hondo. Lo mismo hizo con los huevos. Por último, coló el café.
- Miró a su hija y le dijo: "¿Qué ves?”.
- "Zanahorias, huevos y café",
contestó ella un poco confundida con lo que estaba pasando.
Su padre le pidió que se acercase al plato para
tocar las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió
que cogiera un huevo y lo dejara caer al suelo. Por último le hizo que probara
el café. A pesar de su temperatura, pudo saborear su delicioso aroma. Después
de tragar el café, la hija le preguntó a su padre: "¿Qué me quieres decir
con esto, papá?"
En seguida él le explicó: "hija, tanto las
zanahorias como los huevos y el café han sido enfrentados a la misma situación,
el agua hirviendo. Pero, ¿no te has dado cuenta como cada uno de ellos ha
reaccionado de forma diferente? La zanahoria era dura y fuerte, pero después de
pasar por el agua hirviendo se ha vuelto blanda y débil. Por el contrario, el
huevo había llegado al agua con su cáscara fina que protegía su interior
líquido, pero una vez que ha salido de la olla, su interior se había
endurecido. Sin embargo, los gramos de café son únicos, después de estar en
agua hirviendo, han cambiado el agua".
"¿Cual eres tú?", le preguntó a su
hija. "¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad
y el dolor te tocan, te vuelves débil? ¿Eres un huevo, que comienza con un
corazón frágil? ¿Poseías un espíritu débil, pero después de una muerte, una
separación, o un despido, te has vuelto fuerte y duro? Por fuera eres
igual, pero ¿eres amargada y áspera, con espíritu y corazón endurecido por el
dolor? ¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa
dolor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú
reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren".
Y vosotros, ¿cómo reaccionáis cuando la
adversidad llama a la puerta? Todo va a depender de la manera en la que lo
entendamos. Sabemos que nuestro estado de depresión y hundimiento no va a
cambiar nada de lo sucedido. Deberíamos de ser inteligentemente un poco más
positivos con nosotros mismos. Hacer de las adversidades una parada de la que
podamos aprender y sacar partido, como el café, que consigue hacer del agua
hirviendo una cálida y deliciosa bebida. Entender que cuando algo pasa, es
porque algo necesitábamos aprender.
En la película "En busca de la
felicidad", el actor Will Smith cita una frase con la que bien puedo
complementar este artículo: "la felicidad no es la ausencia de los
problemas sino la habilidad de salir adelante con ellos".