jueves, 27 de agosto de 2015

Un agradecimiento eterno

Todo empezó el día 3 de Agosto de 2015. Aterrizaba en el aeropuerto de Marrakech a eso de las 10am y cargado de nervios aún medio sabiendo lo que me esperaba. Todo estaba dentro de la normalidad. Mis futuros compañeros me recibieron nada más salir del aeropuerto, y fue ahí donde tuve mi primera toma de contacto con todos ellos. Una vez montados en el mini bus, fue como caer en un profundo sueño sin destino alguno, solo recuerdo dejarme llevar sin mirar ni un instante atrás. Los llamativos y diferentes escenarios que corrían por la ventanilla del auto mientras nos dirigíamos a nuestro destino, tampoco eran motivos suficientes para que dejara de prestarle atención a esa sensación que me decía que algo grande pasaría en mi vida.

Una semana después de despertar de ese fantástico sueño y con todo lo ocurrido medio asimilado, creo que es el momento perfecto para reflexionar y expresaros mi agradecimiento a través de esta entrada, que poco es. No sé si fue destino del azar o simplemente aquel día se alinearon los planetas para que os cruzarais cada uno de vosotros en mi vida, aunque la causa sea lo de menos. Lo más importante es que habéis hecho de esta bonita experiencia una pequeña marca en mi corazón que nunca se borrará, seguro.

Hace ya unos 4 años, un viejo profesor de la Universidad de Córdoba me enseñó que si hay algo en esta vida que realmente te ha llenado y te ha ayudado a ser mejor persona pero no ha sido agradecido, siempre quedara en un incómodo entreabierto recuerdo. Es por eso que he decidido dedicar un rinconcito de mi blog como gesto de agradecimiento a cada una de aquellas personas que fue partícipe en esta aventura, tanto voluntarios/as y coordinadores/as como niños/as y adultos/as habitantes de ese hermoso y mágico pueblo llamado Begaa. Escribo con mi corazón, un corazón cargado de emociones y sentimientos.

Por mucho que exprese a través de este artículo, jamás sería suficiente un escrito para agradeceros todo lo que me habéis dado en estos 180 días. Gracias a vuestra compañía, el cansancio se convertía en energía en cada minuto; el saber que cada uno de vosotros dormíais a mi lado, hacía que esas grandes tormentas de arena se transformaran en noches mágicas que siempre permanecerán en mi memoria. También aprendí que el no hablar el mismo idioma hace que se tengan cosas más hermosas que decir;  que una buena base de amor y amistad es la receta perfecta de una convivencia sana;  y que cuando la tarea de educar resulta divertida, la risa es la nota más alta y los problemas resultan una bonita forma de aprender. Gracias por enseñarme que compartir, además de ser un gesto solidario, es una forma de vida, y que si vosotros estáis presentes, el no haber nada se convierte en tenerlo todo.

Por muchos más voluntariados que haga el resto de mi vida, no habrá otro tan especial como este, porque además de su importancia por ser el primero, es muy difícil reunir a personas tan humildes y llenas de vida en el mismo lugar y al mismo tiempo como ocurrió este mes de Agosto. En una hermosa película llamada “Into the wild” se dice que “la felicidad solo es real cuando es compartida”, y yo logré alcanzarla gracias a cada uno de vosotros y vosotras. Una felicidad a la que conseguí encontrarle su verdadero significado y que me ha despertado emociones que pocas veces había sentido antes.

Gracias a todos vosotros, compañeros, compañeras, amigos y amigas por haberme hecho crecer como persona, por hacerme un poco más inmune para afrontar la vida. Gracias de corazón. Esté donde esté, podéis contar con mi ayuda. Aquí tenéis una persona que os quiere y aprecia.

Sin más, un abrazo a todos, compañeros de la vida.